domingo, 12 de enero de 2014

Somos mujeres creadoras...



Esta noche la avioneta acaricia el cielo tranquila. Son las 23,15h y mi niño/pájaro duerme tranquilo, junto a su padre. Así que vuelo a placer. Disfrutando los sentidos. Deleitándome. Parece que estoy en el comienzo del mundo…

Os voy a contar una cosa que esta noche me está narrando el silbido del viento al oído… os voy a contar lo que piensa la noche, y la luna henchida, de nosotras las madres/mujeres…
Dice que somos mujeres y madres, y aunque no nos lo creamos creadoras. Criamos y creamos al mismo tiempo, porque es lo mismo. Por eso sólo cambia una letra, porque cuando en el principio de los tiempos inventaron la palabra crear en realidad querían decir criar

Susurra el viento, que siempre nos ha conocido, que somos la madre tierra Gea. ¡Que delicia ser la diosa que los griegos veneraron! Gea surgió del Caos, no podía ser de otra forma. Y sin necesidad de unirse a nadie concibió a dos hijos. Sólo con la fuerza íntima que lleva dentro de sí logró crear lo que la completó, lo que la hizo habitable y maravillosa: dio a luz al cielo (Urano) y al mar (Ponto).




Dice Estrella de Diego en su libro “Querida Gala”, que Gala Dalí era creadora. Todo el mundo dice que fue la musa de Dalí, pero ella le bautiza creadora. Creadora porque opina que fue Gala quien creó a Dalí, el genio, la figura, el artista... No fue su musa, su objeto de inspiración, sino todo lo contrario. Afirma que fue ella quien lo creó, lo sostuvo, lo conformó, le dotó de arte y lo arrojó al mundo… Y después de esto se quedó callada, un paso atrás observando su obra. Como si fuera un dios que admirara el mundo tras siete días de trabajo…

Las mujeres somos creadoras y no lo sabemos ni nosotras. De hecho no lo sabe nadie salvo algún compañero afortunado, algún marido entregado a la causa creativa.

Dice la luna que ella nos otorgó el poder de crearnos a nosotras mismas. De parirnos a nosotras mismas en cada menstruación. Cada 28 días, una y otra vez. Incansablemente tenemos la oportunidad de re-crearnos: de revisarnos en los momentos de parada, de dejarnos llevar por el placer ser cambiantes subidas a la noria de los ciclos. De hacernos de luz suave o de noche fría, según necesitemos.

Las mujeres creamos a la vez que criamos porque si no lo hacemos se nos desbordaría la creatividad por los poros de la piel. Pero seguro que con lo que saliese de nuestra piel haríamos mermelada para desayunar… y ya estamos creando otra vez.

Crear no es necesariamente fabricar un objeto. Marcel Duchamp sólo trasladó un urinario de un sitio a otro (vale, de un retrete a un museo..) pero no fabricó. Y todo el mundo sabe que hizo arte. Nosotras no necesitamos confeccionar un objeto, porque sabemos que lo realmente valioso no es de piedra, ni de cemento, ni de barro ni de cristal. Sino que está hecho de piel y sangre, con un corazón que late como un caballo desbocado. Y sabemos colocarlo en nuestro pecho, y olerlo y devorarlo con la mirada. Justo así, como ellos necesitan. Por eso no somos conscientes de que somos creadoras, porque estamos entregadas a nuestra obra, a la pieza de arte que nadie valora más que nosotras.



Creamos y no creemos en nosotras. Porque creer ya lo hacemos en los demás, creemos en nuestros hijos, en nuestras parejas, en nuestras amigas. Creemos en la familia, en la amistad, y en la humanidad entera. Y esto último es algo que hace mucha falta...
Susurra el viento que a lo largo de los tiempos las mujeres en la maternidad siempre han estrechado uniones fuertes y sinceras. Desde tiempos inmemoriales hemos creado redes de mujeres madres que se apoyan unas a otras, se sostienen, se amparan, se ofrecen experiencia y cobijo.
Y eso dicen también Jorge Barudi y Maryorie Dantagnan en su libro “Los buenos tratos a la infancia”. Que nuestro cuerpo y nuestra mente (maravillosas hormonas femeninas) están hechos para crear lazos, asociación, relaciones de amparo y sostén con otras mujeres. Y que somos capaces de crear todo esto, de generar amor y amparar a otras para que generen amor en situaciones extremas, de guerra y violencia. Creamos mundos maravillosos para que nuestros hijos sólo perciban amor dónde hay crueldad y horror. Y eso es crear entonando un canto a la vida. El hilo de nuestra voz puérpera teje un nido caliente allá donde la ternura se ha escapado por la puerta de atrás.
Creamos luz en la sombra… y aún no nos lo creemos.
Desciendo con mi avioneta lentamente, debo aterrizar de vuelta en mi nido, antes de que la primera luz del amanecer aparezca.
Ya de vuelta, admiro todo lo que me rodea, me empapo de ello…
Que maravilla de creación… seguro que el mundo lo creó una diosa y no un dios como nos han contado, y esa diosa era madre y derrochó todo su amor al crear.

Felices sueños…
…desde donde nacen los vientos…



Por si queréis seguir creando a la luz de otras mujeres:
Una película: “El jardinero fiel” de Fernando Meirelles
Un libro: “Mujeres que corren con los lobos” de Clarissa Pinkola Estes
Una canción: “La Valse d´Amélie” de la banda sonora de Amélie de Yann Tierse




Imagen destacada: Un estudio de Leonardo para la "Virgen de las rocas"
Fotografías: El cielo por el tejado


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